Gymnopedie

Quizá lo había mencionado, pero lo repito: Cursé la primaria en un colegio católico. Durante el recreo, para avisarnos que el timbre estaba a punto de sonar, las monjas ponían por los altavoces un cassete de música clásica. Eran puras piezas de piano y el concierto duraba aproximadamente cinco o diez minutos. Se interrumpía abruptamente por el timbrazo de entrada.

Cuando se hacía el silencio y el timbre sonaba, muchos, muchos niños que habían ignorado la advertencia salían disparados hacia los salones. Algunos jugaban fútbol, otros comían, otros platicaban. Seguían divirtiéndose, intentando aprovechar hasta el último segundo del tiempo libre. Pero con el timbre tiraban la torta, el balón o dejaban la palabra a medio pronunciar para evitar ser regañados por llegar tarde.

Pero, de cierta forma, poner esa música era una crueldad. Era triste, a mi me movía demasiado. Cada vez que un lado del cassete llegaba a su fin, ponían el otro. Pronto ese terminaba también y regresaba al principio. En un año seguro se repetía decenas de veces. Todos teníamos las piezas memorizadas. Ciertos pasajes de verdad causaban una reacción emocional muy fuerte en mí, y pensé que en los demás también.

Salí de la primaria y me cuentan que pronto el cassete cambió. Pusieron canciones religiosas dirigidas a niños. Canciones que daban gracias a dios por tener manos, boca para comer, por estar vivo y cosas de esas. Nunca las escuché, pero estoy seguro que nunca llegaron a la emotividad de la música de piano.

Años después platicaba de la música con algunos excompaneros de la primaria y descubrí con horror que casi ninguno la recordaba. Todavía la tenía presente como si la hubiera escuchado la semana pasada. Había algunos acordes que me marcaron tanto que son recuerdos traumáticos, entrañables e indelebles. Un día perdí todos mis tazos en un juego y entró la música de piano. El melodrama fue terrible.

Lo que me sorprende es que muchos niños escuchamos exactamente el mismo cassete casi diario, pero sospecho que a mi me marcó especialmente. No sé por qué. Incluso entré a clases de piano motivado por ello. Con el tiempo he conocido el nombre y autor de casi todas las piezas. Incluso en algunos casos he encontrado la interpretación original de ese cassete. Pongo aquí una listita de las que me acuerdo en este momento, aunque sea sólo para dejar una constancia para mi mismo.
Si, es música muy triste. Quizá querían quitarnos la alegría para volver a las aburridas clases. Aún así, me gustaría que más escuelas hicieran lo mismo, quizá saldrían más fans de la música clásica. O pianistas buenos, no como yo.

Hay un fragmento que nunca voy a olvidar y hasta la fecha me quita el aliento cuando lo escucho. El climax de "Claire de Lune" de Debussy. En el video que vinculé, es el momento de 3:54 a 4:10. Lamento caer en un lugar tan común, pero no hay palabras para describirlo. Ahorita que intentaba escribir al respecto no puedo hacerlo. Pero ahí hay palabras, hay frases, sé que me está diciendo algo comprensible. Mas no puedo escribirlo.



Pero me hizo bien intentarlo. A veces dejo de sentirme humano.

1 comentarios:

Alejandra dijo...

Disfrute mucho leyendo esto, de cierta manera me transportaste a mis propios recuerdos en una escuela Cristiana y te imagine como el senior de Amelie abriendo su cajita de recuerdos, transportandose a sus memorias. En fin, muy bien escrito. Saludos Badbit.