The Dark Knight Rises (2012)



Si tienes muchas ganas de ver esta película, te sugiero que lo hagas antes de leer mi reseña. No pretendo hacer spoilers, pero tampoco me limitaré al discutir la trama. Sobre aviso no hay engaño.

No elevé mucho mis expectativas antes de la premiere de The Dark Knight Rises y aún así salí muy decepcionado. No escribiría una reseña de la película si no viera que a la mayor parte de los críticos y al público le gustó tanto como las dos partes anteriores de esta trilogía. Prefiero no escribir reseñas cuando estoy de acuerdo con todos, ¿para qué? Es mejor sólo ponerle "Like" a una reseña preexistente.

Pasaron ocho años desde la película anterior. Batman se ha retirado, Bruce Wayne vive como hermitaño y ha perdido gran parte de su fortuna. Ciudad Gótica vive en paz, el crimen organizado ha desaparecido. Hasta que aparece un terrorista llamado Bane que quiere destruir la ciudad para hacer un mundo más justo.

Entremos en materia: A esta película le faltan buenas dosis de vida cotidiana y le sobran clichés. Nunca se nos muestra una ciudad, sólo edificios vacantes que sirven de decoración para las escenas de acción. No aparecen más personajes que los indispensables para que la trama avance. Los personajes nunca comen, nunca ríen, no tienen actividades cotidianas. Nolan se enfoco exclusivamente en mostrarnos lo indispensable para la trama.

Aún así, es una película de casi tres horas. Tres largas y dolorosas horas donde hay muchos diálogos apresurados que parecen borradores de un libreto. Piensen por ejemplo en la escena del baile de caridad donde Bruce Wayne baila con Selina Kyle. No se nos muestra nada del baile, sólo algunos extras en el fondo que sirven como decoración. No hay vida en la fiesta. No parece una fiesta, parece un escenario teatral.



Por otra parte, todo es aburridamente predecible. Cuando apareció una bomba con grandes números rojos y una cuenta regresiva, supe que todo estaba perdido: No tendríamos un buen final. Casi estaba esperando a que sacaran unas pinzas y tuvieran que decidir entre cortar el cable rojo o el cable azul.

Los enfrentamientos entre Batman y Bane se resumieron a pleitos de secundaria, con puñetazos y empujones. Mientras tanto, el destino de Ciudad Gótica, y el de los millones de sus inútiles ciudadanos, pendía de un hilo. Lo más interesante, las consecuencias de una ocupación militar, o la reacción de la gente, nunca se nos muestra.

Hay un cameo totalmente gratuito por parte de Liam Neeson. Hay eventos totalmente inverosímiles que me recordaron constantemente que es una película basada en un cómic.

¿Tengo algo positivo que decir? Algunas cosas. Como siempre los efectos especiales fueron de primera calidad. Me gusta que en las películas de Nolan los efectos en realidad están al servicio de la trama, y buscan llamar muy poco la atención. Pero lo mejor de The Dark Knight Rises fue Anne Hathaway. Amé ese personaje, y fue una pareja perfecta para Batman.

Sé que el primer crítico que escribió una reseña negativa sobre esta película recibió amenazas de muerte. Y, ¿cómo olvidar la balacera de Colorado en un preestreno? Este es un filme que generó muchas expectativas y los fans morían por verla.

Con justa razón. Desde mi punto de vista, The Dark Knight (2008) es la mejor película de súper-héroes. Nos dio uno de los villanos mas memorables de la historia del cine. Además, está ejecutada impecablemente. La trama, aunque inverosímil en momentos, es consistente y muy unida. El ritmo es implacable y no sólo cumplió todas sus promesas, elevó muchísimo los estándares del género.

Pero la tercera parte, como Spider-Man 3, se queda muy corta. No tanto porque sea mala, no lo es, simplemente no llega al nivel de las anteriores. Está en un lugar más cercano a Thor o Iron Man, que no es ningún halago. No pensé que algún día diría esto, pero durante la película extrañé al Batman de Tim Burton.

P.D. ¿Alguien le puede avisar al asesino de Colorado que la tercera parte de la trilogía no valió la pena? Gracias.

Querida

Este es un recuerdo al que vuelvo de cuando en cuando. Es totalmente inútil, no tiene moraleja ni propósito. No recuerdo mi edad, no recuerdo dónde estaba. Ha sido curioso ir desenterrando varios recuerdos como éste y acomodarlos como en un gran rompecabezas.

Fui con mi mamá a algún lugar. Muchas veces tenía que lidiar con negocios y yo la acompañaba forzadamente. En una ocasión recuerdo que fuimos a buscar alguien que hiciera una lona para la papelería que tenía. Otra vez a arreglar un asunto de un choque. Pero en este caso, no recuerdo cuál era el asunto.

El lugar era todo terregoso y bastante aislado. No sé si la memoria me engaña, pero había montañas de tierra alrededor. Fue hace muchos años, en ese entonces casi todo Mexicali era un lote baldío. El escenario no era nada raro.

Había también una pequeña casa o local de madera. Más bien de puras tablas. Casi como una cerrajería bastante pobre. Y mientras mi mamá arreglaba el asunto al que fuimos, me quedé viendo una televisión que tenían encendida cerca de la puerta.

Las imágenes eran incomprensibles para mi. Alguien cantaba en una habitación totalmente negra, sólo iluminada por candelabros con velas encendidas. El cantante deambulaba por ahí, cantando como dolido. Miraba hacia la cámara, gesticulaba, sobreactuaba con los brazos y así.

Era absurda para mí toda esa faramalla. ¿Qué era ese cuarto lleno de velas? ¿Qué hacía un tipo ahí solo? ¿Por qué cantaba para nadie? Simple y sencillamente no podía comprenderlo. Así me pasaba con muchos videos musicales ochenteros. Sobre todo cuando se basaban en un cantante solitario, deambulando por algún estudio de televisión lleno de espejos, o algo así. Una más de esas cosas "adultas" que simple y sencillamente nunca entendí.

Hasta la fecha no sé dónde estuve en ese momento, o qué estábamos haciendo ahí. Pero descubrí que el cantante era Juan Gabriel y la canción era "Querida". Debo confesar que hasta la fecha no comprendo el video.


Reestructurando la vida

 
Todos los días millones de personas dicen que van a cambiar. Dejarán viejos hábitos, practicarán cosas nuevas, pasarán más tiempo con su familia o qué se yo. Se escucha diario: "Ya voy a cambiar", "pero ya voy a ser diferente". Normalmente cuando lo escuchamos, hasta hacemos un gesto de incredulidad. La triste realidad es que nadie lo hace. Se dice bien fácil, y se incumple más fácil todavía.

Por eso cuando yo digo que voy a cambiar, por lo general nadie me cree. No los culpo. Y a decir verdad, cuando uno quiere cambiar de verdad, no lo hace con el bombo y el platillo por delante. Lo hace chambeándole duro. Los demás se darán cuenta sin necesidad de decirlo. O quizá no, pero ¿qué importa? Si el cambio fue verdadero eso es irrelevante.

Admito que yo soy bien crédulo sobre los cambios. Me gusta creer que la gente va a cambiar. El tiempo se ha encargado de demostrarme que esto rara vez sucede. Tengo conocidos que llevan hasta diez años quejándose de las mismas cosas. Fácilmente las hubieran resuelto en poco tiempo, pero nunca lo han hecho. ¿Por qué? Pregúntenles a ellos.

Otros odian su trabajo, se quejan de que no tienen carro, que siempre cometen los mismos errores, que siempre les pasa lo mismo. Hello! ¿No te das cuenta de que si sigues haciendo lo mismo te seguirá pasando lo mismo? Es obvio que después de un rato dejas de creer en la gente.

Uno de los cambios recientes que tuve fue el cambiar de alimentación. No le dije a nadie, simplemente fui un día con una nutrióloga. En diciembre, antes de muchas de las fiestas. Era uno de mis propósitos de año nuevo, otros sueños guajiros que nadie cumple. Me puse a comer bien, y a seguir la dieta el pie de la letra. Cuando regresé a trabajar y a clases en febrero, me daba un poco de risa cómo se me quedaba viendo la gente: "¿Qué te pasó?", me preguntaban consternados.

Nada, decidí cambiar.

Obviamente muchos de los que me veían también querían bajar de peso, desde hace años incluso. Obviamente me pidieron la dieta, le saqué fotocopias y se las pasé. Obviamente nadie bajó de peso. Me decían que todavía tenían mucha comida en el refrigerador y que ni modo de tirarla. Que la iniciaban segurito la siguiente semana. Eso fue hace un año y medio y siguen igual de chonchitos. Si no es que más. Por eso ya me da hueva pasar la dieta. Unos pedazos de papel no te hacen bajar de peso, es lo que comes y cómo te ejercitas. ¿Tan difícil es?

Supongo que debe ser muy difícil. En la televisión los atajos están a la orden del día. Píldoras, máquinas de ejercicio, fajas y demás productos milagrosos que hacen el trabajo sucio por uno. Simplemente desembolsa algo de dinero, y ¡zaz! Los cambios se harán por tí. Cambios prefabricados. ¡Qué padre! Pero no me fui por esa ruta. Lo hice sin ningún aparato y sin ningún supresor del apetito. "A patín" como dirían algunos.

Otros me decían: "Espérate tantito, al rato vas a 'rebotar'. Vas a ver". Claro, muchas personas hacen la dieta y después de llegar al peso ideal, vuelven a comer como antes y suben en chinga. Eso se llaman el "rebote" y es sumamente común. Pero es obvio: Si comes como antes, estarás como antes. Es bien lógico. Ya ha pasado un año y medio y no he "rebotado". Eso es síntoma de que en realidad hice un cambio.

Suelto todo este rollo no para alardear. Lo menciono por que estoy en otra etapa de cambio. Considero que estoy reestructurando y reordenando mi vida radicalmente. No estoy a punto de iniciarlo: Ya casi termino. Pero a diferencia de una dieta, donde los resultados saltan a la vista y son innegables, en este caso ni se notan si uno no presta atención. Son cambios internos que creo necesarios y que, como todos los cambios de verdad, cuestan trabajo y duelen.

Desgraciadamente, como en el asunto del control de peso, existen muchas soluciones "aspirina" para hacer cambios internos. Los libros de superación personal son un buen ejemplo. Los retiros religiosos otro muy bueno. Tampoco tomé esos atajos.

Y no quisiera sonar como ejemplo a segir ni como predicador barato. Simplemente describiré brevemente mi proceso. Comencé admitiendo que lo que había hecho hasta el momento ya no me funciona. Es difícil darse cuenta, pero es un paso súper necesario. Ya de ahí decidí actuar.

Fui a terapia psicológica. Confío en la psicología, supongo que por que mi papá es psicólogo, pero me he dado cuenta que mucha gente no. "Ay, yo no voy por que no estoy loco", "Una vez fui y el psicólogo me dijo puras cosas que ya sabía que tenía que hacer", "¿Para qué ocupas que otra persona te diga cómo vivir?". Nada de eso. A mi, en lo personal, me sirvió para delimitar claramente hasta donde llega mi personalidad, y dónde comienzan mis demonios. Con la línea mucho más clara, pude trabajar al respecto.

No se trata tanto de hacerme "normal" (eso nunca va a pasar), o de "curarme" de una enfermedad. A final de cuentas, es mi vida y yo decido. Pero es importante saber lo que uno quiere, y si eso realmente lo conducirá a la felicidad. Pequeño detalle. A final de cuentas lo que quiero, como tantos otros, es ser feliz. Así de fácil. Algunas cosas estorban para lograrlo.

De nada sirve saber todo lo que no quieres en tu vida si no haces algo por dejarlo fuera. Tuve que "dejar ir" muchas cosas de mi que no me estaban sirviendo. Hay por ahí en Facebook una imagen que anda rolando que dice "Los siete pasos pada dominar al ego" o algo así. Me di cuenta de que yo necesitaba dejar ir algunas de las cosas de esa lista. La necesidad de tener la razón, la necesidad de ser superior y así. Ni sé de dónde salió, son como cosas sacadas de un libro de superación, pero no importa. Si se me hace importante hacerlo, me hacen vivir más feliz. Son pequeñas cositas que uno debe hacer diario.

Como de costumbre, estos cambios podrían tener un "rebote" si no fueran sinceros. Pero creo que lo son. Muchos cambios en mi vida afortunadamente han permanecido conmigo. No alego ser perfecto, cada cierto tiempo se acumulan muchas cosas malas que de pronto hay que extirpar. Este ha sido otro borrón y cuenta nueva. Un borrón muy doloroso, por cierto, pero así es esto. Aunque aún no termina mi plan.

Publiqué una foto al principio de este escrito. Es bastante reciente, y es del baile de graduación de mis estudiantes de sexto semestre del COBACH Baja California. El primero es Juan José, aunque ya se había graduado desde hace rato. Luego está su novia Irma, y posteriormente Rosa. Ese fue un día inmensamente feliz.

Para contrastarla, pongo otra foto que creo que antes no hubiera publicado por vergüenza. Es de cuando tenía 14 años. La pongo por que a mucha gente que recién me conoce y le cuesta trabajo creer lo que les cuento de mi. Creen que nunca he cambiado. En la foto estaba leyendo el libro Caballo de Troya de J.J. Benítez, que me encantó en su momento pero ahora considero casi ilegible. Estaba gordo a más no poder. Estaba ñoño a más no poder. Me veo y casi ni me reconozco. Pero ese era yo. Y si, muchas cosas he cambiado, pero otras más han permanecido.

Ese poner y quitar a lo largo del tiempo, es lo que nos hace ser nosotros.


Lust for life

Cuando era niño no me gustaba relacionarme con adultos. Esto es normal, ¿a qué niño le gustan? Pero creo que en mi caso era casi una aberración. Simple y sencillamente no podía entenderlos. Se me hacían aburridos. Sus conversaciones: Repetitivas, poco interesantes. En general, algo en lo cual no quería convertirme.

A veces acompañaba a mi papá a su trabajo y sus compañeros me saludaban. Se agachaban con una sonrisa condescendiente. No recuerdo bien lo que decían pero el tonito no lo olvido. Como si estuvieran diciendo: "Ay, ¡mira el niñito!" con una supuesta ternura que me hacía enojar. En el momento no me daba cuenta, es hasta hoy que me pongo a pensar en ello. No entiendo por qué me trataban así.

Yo tenía miedo a ser adulto. No a cumplir años, no a envejecer: A hacerme como ellos. ¿Iba a tener ese tipo de conversaciones? ¿Iba a hacer esas bromas? ¿Iba a dejar de gustarme la música diferente? ¿Me iba a desapasionar el cine? ¿Iba a decir que me gusta leer pero que "no tengo tiempo"? Era horroroso el prospecto.

Cuando entré a trabajar a COBACH, mis compañeros de trabajo me veían estudiando una segunda licenciatura y luego entrando a una maestría y me decían: "Es que tu haces eso por que estás joven. Yo a tu edad estaba igual, quería comerme el mundo de un bocado". No sólo ellos me lo decían, los "adultos" consideraban todas mis actividades como arranques juveniles que irían muriendo con el tiempo. El mensaje implícito era que tarde o temprano estaría como ellos. "Nomás espérate y verás".

Ya casi cumplo treinta años y la buena noticia es que todavía no me hago así. Por fin entendí que no son los años los que transforman así a una persona. No es automático. Me sigue gustando música nueva, no me he desapasionado del cine, me doy tiempo para leer, todavía puedo disfrutar caricaturas o videojuegos. Me tiro en el pasto como cuando iba en la prepa. Sigo con muchísimas ganas de estudiar, de hacer cosas nuevas, de arriesgarme, de vivir.

Ahora veo a muchas personas de mi edad y me pregunto qué les pasó. Son como esa gente que yo veía de niño. Hacen esos chistes, tienen el tono de voz, los gustos. No quiero ser despectivo, pero me aburren bastante. Debo ser sincero y admitirlo.

Cuando veo mis alumnos adolescentes, a veces tengo buenas conversaciones con ellos. A pesar de su corta edad, inexperiencia, inmadurez y demás, tienen todavía muchísimas ganas de vivir. Una pasión desbordante, es lo que se me hace interesante. Sé que a muchos de ellos se les irá muriendo poco a poco, pero espero que en uno que otro sobreviva.

Se puede crecer, se puede cambiar, se puede vivir. Se puede llevar una vida rutinaria, incluso, y ser apasionado por la vida. Eso se nota, no se puede fingir.

Aprendí que la pasión por vivir solo muere si uno la deja morir.

Inglorious basterds es la mejor película de Tarantino



En mi opinión, Inglorious Basterds es la mejor película de Tarantino. He debatido sobre esto con algunas personas que alegan que este honor pertenece a Pulp Fiction, Kill Bill e incluso a Jackie Brown. Intentaré explicar brevemente por qué su última película me parece su obra cumbre.

¿Se acuerdan cuando la palabra "tarantinesco" significaba gángsters vestidos de traje empuñando pistolas? En los noventa eso parecía resumir su estilo. También la violencia, mucha sangre y humor negro. La narrativa no-lineal parecía ser otra constante. Para la década del 2000 ya se salió de ese molde. Llegaron Kill Bill, Death Proof y Inglorious Basterds. Ya no había gángsters. ¿Cómo encajan estas películas con su obra anterior?



Tarantino ama tanto el cine, que hace películas sobre su tema favorito. Si se fijan, todas sus películas han retomado recursos y estilos que no son propios, más bien son sacados de filmes chafas y antiguos. Por ejemplo, Pulp Fiction retoma recursos de la nueva ola francesa y Jackie Brown es como un tributo a películas de blaxploitation de los setenta. Perros de reserva me parece una obra muy preeliminar, en donde no definía su estilo muy bien.

En Kill Bill ya es mucho más obvio. En su momento pensé que era su mejor película. Hay western, artes marciales chinas y japonesas, anime y un pastiche de escenas, disfraces y recursos sacados de películas chafas. Nunca pretende ser creíble, más bien crear un collage con los recuerdos más entrañables del cine que Tarantino vio de joven.



Ya para Death Proof incluso la cinta está dañada artificialmente, como en las películas viejas y chafas. El personaje principal es un doble de acción que conduce un auto utilizado en cine. La última escena es una recreación de otra escena de la película favorita de los personajes principales. No he escuchado que a mucha gente le encante Death Proof, pero para mi gusto funcionó perfectamente.



La última se lleva el trofeo. En ella se realizan todas las ambiciones anteriores del director, y de una manera tan sutil que el espectador a veces ni se da cuenta. Síntomas de ello son las personas que se quejan de que "así no sucedieron las cosas". Como dije, Tarantino nunca ha intentado hacer películas creíbles, más bien pastiches. Inglorious Basterds es exactamente eso. Además, es una película excelente sobre cine.



Para empezar, el logo de Universal con el que inicia, está totalmente obsoleto. Es de alguna película muy vieja. Los créditos iniciales tienen una tipografía y música de western, y cuando aparece el título de la película nos aparece una nota de copyright muy reveladora.



La primera escena con Hans Landa está sacada directamente de El bueno, el malo y el feo, pero con Sherlock Holmes como personaje principal, incluso con la misma pipa. Un Sherlock nazi, cabe destacar. Es casi un cortometraje independiente, casi inconexo del resto de la película.



La siguiente escena es el comando que le da nombre a la película, con una actuación totalmente chafísima por parte de Brad Pitt. Posteriormente un Hitler de película, en escenarios sacados de otras películas de la segunda guerra mundial. Nada creíble, y todo totalmente cinematográfico al borde de la caricatura.



Después de la escena del oso judío, que también tiene algunos recursos cinematográficos interesantes que no tengo paciencia de explicar, cambiamos de ritmo. Pasamos a la comedia romántica francesa. La facilidad con la cual Tarantino brinca de géneros es sorprendente. Además, si se dan cuenta, toda la trama de "amor" del nazi con la judía gira alrededor del cine. Él intenta seducirla hablándole de películas porque piensa que está interesada. Es más, él es un actor de cine, casi por accidente.



Los últimos personajes en ser introducidos tienen una trama para derrocar a los nazis. Por algún extraño motivo, eligen a un crítico de cine para que lleve a cabo la operación secreta junto con los "bastardos". En esta escena, se discute apasionadamente sobre películas que no existen. El plan consiste en encontrarse con una actriz de cine alemana, que es en realidad una espía para Inglaterra. De nueva cuenta, todo gira en torno al cine.



La famosa escena de la taberna, también gira en torno al cine. Cuando los oficiales falsos deben jugar a adivinar el personaje, se eligen casi puros íconos cinematográficos. Además, cuando el agente inglés intenta defender su acento extraño, pone como escudo una película en donde apareció como extra.



¿Dónde se lleva a cabo el gran clímax? En una premiere de cine, por supuesto. Durante toda la secuencia final, dos de los bastardos tienen prohibido hablar debido a su nulo conocimiento del alemán. Esto los convierte inmediatamente en personajes del cine mudo. Adquieren las mismas maneras y las gesticulaciones exageradas. Además, hay varias tomas de iris que remiten también al cine mudo.




¿Qué inicia el incendio? Filme, por supuesto. Las llamas consumen la pantalla, y la luz del proyector ayuda a que el rostro de la película aparente la escena de Raiders of the lost ark.



Hitler muere, el cine explota y los gringos ganan once again. Tarantino no puede evitar darse palmaditas en la espalda: Sabe que esa es su obra maestra.