Reestructurando la vida

 
Todos los días millones de personas dicen que van a cambiar. Dejarán viejos hábitos, practicarán cosas nuevas, pasarán más tiempo con su familia o qué se yo. Se escucha diario: "Ya voy a cambiar", "pero ya voy a ser diferente". Normalmente cuando lo escuchamos, hasta hacemos un gesto de incredulidad. La triste realidad es que nadie lo hace. Se dice bien fácil, y se incumple más fácil todavía.

Por eso cuando yo digo que voy a cambiar, por lo general nadie me cree. No los culpo. Y a decir verdad, cuando uno quiere cambiar de verdad, no lo hace con el bombo y el platillo por delante. Lo hace chambeándole duro. Los demás se darán cuenta sin necesidad de decirlo. O quizá no, pero ¿qué importa? Si el cambio fue verdadero eso es irrelevante.

Admito que yo soy bien crédulo sobre los cambios. Me gusta creer que la gente va a cambiar. El tiempo se ha encargado de demostrarme que esto rara vez sucede. Tengo conocidos que llevan hasta diez años quejándose de las mismas cosas. Fácilmente las hubieran resuelto en poco tiempo, pero nunca lo han hecho. ¿Por qué? Pregúntenles a ellos.

Otros odian su trabajo, se quejan de que no tienen carro, que siempre cometen los mismos errores, que siempre les pasa lo mismo. Hello! ¿No te das cuenta de que si sigues haciendo lo mismo te seguirá pasando lo mismo? Es obvio que después de un rato dejas de creer en la gente.

Uno de los cambios recientes que tuve fue el cambiar de alimentación. No le dije a nadie, simplemente fui un día con una nutrióloga. En diciembre, antes de muchas de las fiestas. Era uno de mis propósitos de año nuevo, otros sueños guajiros que nadie cumple. Me puse a comer bien, y a seguir la dieta el pie de la letra. Cuando regresé a trabajar y a clases en febrero, me daba un poco de risa cómo se me quedaba viendo la gente: "¿Qué te pasó?", me preguntaban consternados.

Nada, decidí cambiar.

Obviamente muchos de los que me veían también querían bajar de peso, desde hace años incluso. Obviamente me pidieron la dieta, le saqué fotocopias y se las pasé. Obviamente nadie bajó de peso. Me decían que todavía tenían mucha comida en el refrigerador y que ni modo de tirarla. Que la iniciaban segurito la siguiente semana. Eso fue hace un año y medio y siguen igual de chonchitos. Si no es que más. Por eso ya me da hueva pasar la dieta. Unos pedazos de papel no te hacen bajar de peso, es lo que comes y cómo te ejercitas. ¿Tan difícil es?

Supongo que debe ser muy difícil. En la televisión los atajos están a la orden del día. Píldoras, máquinas de ejercicio, fajas y demás productos milagrosos que hacen el trabajo sucio por uno. Simplemente desembolsa algo de dinero, y ¡zaz! Los cambios se harán por tí. Cambios prefabricados. ¡Qué padre! Pero no me fui por esa ruta. Lo hice sin ningún aparato y sin ningún supresor del apetito. "A patín" como dirían algunos.

Otros me decían: "Espérate tantito, al rato vas a 'rebotar'. Vas a ver". Claro, muchas personas hacen la dieta y después de llegar al peso ideal, vuelven a comer como antes y suben en chinga. Eso se llaman el "rebote" y es sumamente común. Pero es obvio: Si comes como antes, estarás como antes. Es bien lógico. Ya ha pasado un año y medio y no he "rebotado". Eso es síntoma de que en realidad hice un cambio.

Suelto todo este rollo no para alardear. Lo menciono por que estoy en otra etapa de cambio. Considero que estoy reestructurando y reordenando mi vida radicalmente. No estoy a punto de iniciarlo: Ya casi termino. Pero a diferencia de una dieta, donde los resultados saltan a la vista y son innegables, en este caso ni se notan si uno no presta atención. Son cambios internos que creo necesarios y que, como todos los cambios de verdad, cuestan trabajo y duelen.

Desgraciadamente, como en el asunto del control de peso, existen muchas soluciones "aspirina" para hacer cambios internos. Los libros de superación personal son un buen ejemplo. Los retiros religiosos otro muy bueno. Tampoco tomé esos atajos.

Y no quisiera sonar como ejemplo a segir ni como predicador barato. Simplemente describiré brevemente mi proceso. Comencé admitiendo que lo que había hecho hasta el momento ya no me funciona. Es difícil darse cuenta, pero es un paso súper necesario. Ya de ahí decidí actuar.

Fui a terapia psicológica. Confío en la psicología, supongo que por que mi papá es psicólogo, pero me he dado cuenta que mucha gente no. "Ay, yo no voy por que no estoy loco", "Una vez fui y el psicólogo me dijo puras cosas que ya sabía que tenía que hacer", "¿Para qué ocupas que otra persona te diga cómo vivir?". Nada de eso. A mi, en lo personal, me sirvió para delimitar claramente hasta donde llega mi personalidad, y dónde comienzan mis demonios. Con la línea mucho más clara, pude trabajar al respecto.

No se trata tanto de hacerme "normal" (eso nunca va a pasar), o de "curarme" de una enfermedad. A final de cuentas, es mi vida y yo decido. Pero es importante saber lo que uno quiere, y si eso realmente lo conducirá a la felicidad. Pequeño detalle. A final de cuentas lo que quiero, como tantos otros, es ser feliz. Así de fácil. Algunas cosas estorban para lograrlo.

De nada sirve saber todo lo que no quieres en tu vida si no haces algo por dejarlo fuera. Tuve que "dejar ir" muchas cosas de mi que no me estaban sirviendo. Hay por ahí en Facebook una imagen que anda rolando que dice "Los siete pasos pada dominar al ego" o algo así. Me di cuenta de que yo necesitaba dejar ir algunas de las cosas de esa lista. La necesidad de tener la razón, la necesidad de ser superior y así. Ni sé de dónde salió, son como cosas sacadas de un libro de superación, pero no importa. Si se me hace importante hacerlo, me hacen vivir más feliz. Son pequeñas cositas que uno debe hacer diario.

Como de costumbre, estos cambios podrían tener un "rebote" si no fueran sinceros. Pero creo que lo son. Muchos cambios en mi vida afortunadamente han permanecido conmigo. No alego ser perfecto, cada cierto tiempo se acumulan muchas cosas malas que de pronto hay que extirpar. Este ha sido otro borrón y cuenta nueva. Un borrón muy doloroso, por cierto, pero así es esto. Aunque aún no termina mi plan.

Publiqué una foto al principio de este escrito. Es bastante reciente, y es del baile de graduación de mis estudiantes de sexto semestre del COBACH Baja California. El primero es Juan José, aunque ya se había graduado desde hace rato. Luego está su novia Irma, y posteriormente Rosa. Ese fue un día inmensamente feliz.

Para contrastarla, pongo otra foto que creo que antes no hubiera publicado por vergüenza. Es de cuando tenía 14 años. La pongo por que a mucha gente que recién me conoce y le cuesta trabajo creer lo que les cuento de mi. Creen que nunca he cambiado. En la foto estaba leyendo el libro Caballo de Troya de J.J. Benítez, que me encantó en su momento pero ahora considero casi ilegible. Estaba gordo a más no poder. Estaba ñoño a más no poder. Me veo y casi ni me reconozco. Pero ese era yo. Y si, muchas cosas he cambiado, pero otras más han permanecido.

Ese poner y quitar a lo largo del tiempo, es lo que nos hace ser nosotros.


6 comentarios:

eRicKa* dijo...

Sabes? aunque tengo mucho sin verte ni cotorrearte (y sin sonar a que te conozco de pe a pa) algo así me imaginaba, en tus post e incluso en algunas contestaciones noto un cierto cambio en ti, mas relajado, posteando cosas que nunca pensé que postearias (cursis) que no se ni siquiera si las dices por algo o alguien en especial pero que igual y me sacan de onda, no porque te considere un ogro, cero cursi o así, mas bien porque no estoy acostumbrada a ver esa parte de ti, y tienes razón en todo lo que mencionas sobre los propósitos que todos nos hacemos, sobre todo en cuanto a peso se refiere, es algo de lo que me molesta mucho de mi y de todas formas no hago nada al respecto, pero te puedo decir sinceramente que otros aspectos (emocionales, etc) si los he modificado y me han servido de mucho, empece a alejarme de todo mundo o por lo menos hacer conciencia de que nadie va a estar para mi solo porque si, desde ahí no tengo la intención de quedar bien con nadie y aunque se que eso me hace ermitaña la verdad no me importa, en fin, saludos Miguel! espero pronto verte en persona y platicar como en los viejos tiempos...

Anónimo dijo...

inmensamente feliz...

Paperdoll dijo...

te qiero mucho Miguel :)

Anónimo dijo...

Al leerlo, me sentí terriblemente vacía...

Miguel Lozano dijo...

¿Por qué?

Anónimo dijo...

Esa sensación me dejó. También pienso lo mismo que tú sobre los cambios, de hecho estoy haciendo unos ajustes en mi vida y espero sean de verdad.