Caracol

El suelo estaba repleto de caracoles. Nos enteramos al día siguiente, cuando vimos los caparazones destrozados por los pisotones que les dimos de noche pensando que eran piedritas. Los que quedaron vivos pasaron la madrugada huyendo para ponerse a salvo.

Yo nunca había visto un caracol hasta ese momento, y varios de mis primos tampoco. Cuando amaneció y encontramos los cadáveres, nos ilusionamos buscando uno vivo, aunque sea uno. Lamentablemente hicieron un buen trabajo al esconderse.

Lo bueno fue que encontré uno grandotote, pegado a una pared. Lo despegué con trabajo y lo coloqué en un vaso de plástico transparente. Contemplé maravillado sus ojos, y su boca pequeñísima. Se me hizo interesante la manera en que se ocultaba cuando sentía peligro, y las olitas que se formaban en su vientre al caminar. Todo esto y ni tiene cerebro, pensé.

Creo que fue a mí al que se le ocurrió lo de la sal. Ya había escuchado yo que la sal y los caracoles no se llevan muy bien, pero no tenia claro el cómo y el porqué. Así que me decidí a experimentar.

Entre mis primos y yo conseguimos un poco de sal, y pusimos a nuestra víctima en el suelo. Colocamos unos pocos granos en su cabeza. Se ocultó al instante, retractando sus ojitos, tratando de hacerse lo más pequeño posible. Burbujas comenzaron a salir en su piel, y poco a poco vimos al invertebrado convertirse en una baba verde.

Después de unos instantes movimos su concha, y solamente vimos más y más baba verde. Del caracol no quedaba nada, así comprendí el cómo.

Lo único que me preocupa, es que eso también me va a pasar a mí. ¿Porqué?


Atte.
BadBit

0 comentarios: