El día sereno

El otro día me acosté boca arriba en el suelo de mi casa para divertirme de lo lindo viendo esas cositas brillosas que hay en el techo. Me causan especial interés porque en las casas modernas ya no existen, el recubrimiento es diferente. Duré unas dos o tres horas ocupado en esa actividad, sin contar los minutos necesarios para ir a tomar agua e ir al baño de vez en cuando. Pero todo se interrumpió cuando recordé que tenía que enviar un e-mail. Era mejor redactarlo en estos momentos, horas antes de que llegara mi novia, porque después sería imposible.


Malhumorado me levanté, sin ganas de escribirlo, así que primero fui a la tienda y me compré unas Doritos incógnitas, preguntándome en el camino de regreso a mi casa el motivo de este nombre. Le dí cinco vueltas a la cuadra antes de entrar de nuevo, porque (como comenté) en verdad no tenía ganas de escribir ese mail.


Al llegar, me puse a ver el programa La Oreja. Creo que es uno de los mejores programas de la televisión de su país. Un hecho que me impresiona es que lo graben en el polo sur. Luego me dispuse a seguir con una buena dosis de Bob Esponja, y grité ¡Si capitán, estamos listos! cuando suena la campana de mi casa.


Me pregunté quién podría llamar, porque no estaba esperando a ninguno de mis dos amigos y medio. Abrí la puerta y me encontré con una muchacha guapísima de rostro inocente y mirada transparente. Seguramente se equivocó de casa, pensé para mis adentros, hasta que dijo ¿Miguel Ángel? Entonces le dije a mis adentros: Parece que no se equivocó. Respondí que sí a la pregunta de la hermosa joven, y ella habló una vez más con voz tímida pero intrigante: ¿Puedo pasar?


Lo pensé unos momentos, tendría que decidirme entre Bob Esponja y su escultural cuerpo. No me gustan los dilemas. Le pedí un momento, y corrí hasta la televisión para ver si ya había visto el capítulo de hoy. Pataleé en el suelo cuando miré que era nuevo. Comprendí que tendría que tomar una decisión pronto. Me desharé de ella en los comerciales, dije para mis adentros, y mis adentros contestaron Ya párale, ¿me tienes que decir todo lo que piensas?


Los anuncios llegaron pronto, y corrí de nuevo hasta la puerta, con tan mala suerte que me golpeé el dedo meñique del pie izquierdo con una silla. ¡Ah! Tal vez olvidé decirles que estaba descalzo. Brincando en un solo pie, llegué con la muchacha que esperaba fuera y a señas le dije que podía pasar.


Duré unos cinco minutos sin poder articular palabra por el dolor, y ella esperó pacientemente. Llegué a una conclusión obvia: No podría ver Bob Esponja. Esto me predispuso contra esta rubia de belleza poco común. ¿Qué se te ofrecía? le dije. No sé si me recuerdes, pero iba contigo en la primaria, respondió, y soltando una pícara risita, añadió Soy Fernanda. Los engranes de mi memoria comenzaron a funcionar, y efectivamente, a los diez minutos recordé una niña rubia, con bastante sobrepeso, frenos y lentes de fondo de botella del mismo nombre.


¿Eres tú? Si, he cambiado un poco, ¿Un poco? Estás completamente renovada, ¿Para bien o para mal? ¡Por supuesto que para bien! Me alegra, ¿Y cómo supiste dónde vivía? ¿qué te impulsó a visitarme después de tantos años? Bajó la mirada, hizo círculos en el suelo con la punta de su pie. Me miró tímidamente de nuevo y habló Siempre me gustaste, pero en aquellos tiempos no me hacías caso... Nadie me hacía caso, Eso no es cierto, ¿y este niño del que eras muy amiga? ¿cómo se llamaba? Gritó: ¡No es lo mismo!


Quedé un poco pasmado con el repentino cambio en el tono de su voz, pero decidí ignorarlo. Confieso esta situación me tenía intrigado, y me propuse sacrificar mi caricatura favorita con tal de averiguar lo que buscaba esta güera. Además, sus seductoras curvas estaban de muy buen ver.


¿Y porqué me lo dices después de tantos años? Te escuché en la radio recientemente, en el programa de Tere Coronado, Ah si, Sales los miércoles, ¿no? Si, si, Bueno, escuché también tu nombre, y recordé aquellos años de la primaria... los mejores de mi vida.


¡Oh no! Esto se estaba tornando un poco extravagante...


Pero pues, solamente te gustaba en la primaria, debió ser un cariño fraternal, ¿verdad? En la primaria si, pero me enamoré de ti en un bazar, entre cuadros y revistas, camisetas, libros y jeans...¿En el parque de los hippies? Así es, te reconocí por la voz, es increíble ver cómo tu voz cambió de ser chillante a transformarse en algo que parece una caricia en el oído.


Decidí terminar esto cuanto antes.

¿No quieres ir a ver Bob Esponja? Ya mero se termina, pero podemos ver aunque sea el final.


Después de pensarlo durante medio segundo, respondió Está bien.


¡Demonios! pensé. Mis adentros dijeron ¿Ya no me vas a dirigir la palabra?


Tuve que ir con ella a sentarme frente a la tele. De pronto recordé que ya había visto ese capítulo, lo cual lo tornó sumamente aburrido. El hecho de estar en mi casa con una muchacha prácticamente extraña viendo un episodio repetido de Bob Esponja me puso los nervios de punta. Me quedó como consuelo el techo de mi casa, y los pequeños puntos brillantes para matar el tiempo. También busqué figuras con las sombras que se forman en él y me encontré con una réplica exacta del perfil de Gregory Peck.


Cuando sonó la música final de la caricatura, Fernanda me preguntó ¿Qué miras en el techo? Contesté Creo que cuando llueve se hace una gotera por aquí.


Miguel, la razón por la que vine es muy sencilla, vengo a decirte que acepto casarme contigo, ¿Qué? ¡ni siquiera me conoces! ¡Oh, te conozco mejor de lo que te conoces a ti mismo! Estos años me han bastado para ver lo perfecto que eres para mí, el destino nos une, la otra vez estaba en un banco y escuché tu crítica de cine, dime si eso no es una señal. ¡No puedo casarme contigo! ¿¡Porqué no puedes!? ¡Para empezar tengo novia! ¡Ah! Los dos sabemos que la Bianca no es mujer para ti, ella ha dicho en varias ocasiones que no se quiere casar, ¿Y tú como chingados sabes eso? ¿quién eres?


Me levanté del sillón asustado, esta tipa fue un caballo de Troya que alguien me envió, seguro de que no le negaría la entrada. ¡Me arrepentí de no haber elegido a Bob Esponja desde el principio!

Vine a ser tu prometida, y no aceptaré un no como respuesta.


Corrí hasta el baño, y me encerré con seguro dentro de él. Con la respiración agitada y sudor frío corriéndome por la espalda alcancé a escuchar que abría los cajones de la cocina, hasta tuvo el descaro de comerse las Doritos incógnitas que quedaban. Cuando vació la bolsa, escuché pasos cerca de la puerta. ¿Ya te decidiste? Yo sé que al final vas a hacer lo correcto, cortarás con Bianca y me entregarás este anillo de matrimonio que tengo reservado para esta ocasión.


¿Acaso esto se podía poner peor? Mis adentros contestaron Créeme que sí. Respondí No te estaba hablando a ti.


Me hice bolita en una de las esquinas del baño, temblando de terror al pensar que tenía una psicópata dentro de la casa, dispuesta a hacer hasta lo indecible con tal de asesinar mi soltería. Veo que la puerta se abre repentinamente, y aparece Fernanda del otro lado con un desarmador en una mano y el cuchillo más grande de mi cocina en la otra. Caí en cuenta de que la perilla de mi baño puede abrirse fácilmente con un desarmador delgado. Lo que me preocupaba era el cuchillo.


¿Qué vas a hacer con eso? Nada que tu no quieras, me lo agradecerás luego. Ella seguía acercándose peligrosamente, y yo trataba de hacerme más pequeño en mi esquina. ¿Porqué me miras así? Bueno, si no aceptas casarme conmigo, ambos sabemos que hay cierta parte de tu cuerpo que ya no necesitarás, porque somos el uno para el otro, ¿De qué hablas? ¡Estás loca! Si... loca de amor por ti.


Mi mente no se hacía a la idea de que este cliché sería lo último que escucharía en la vida. Fernanda levantó el cuchillo y miró mi entrepierna. Yo gritaba con horror al comprender que había llegado mi fin.


Sonó la campana de mi casa. Ambos nos paralizamos, ella blandiendo el frío metal en lo alto, y yo pidiendo clemencia con ambas manos. La puerta de mi casa se abrió, olvidé ponerle seguro cuando entró la asesina. Una voz preguntó Amor, ¿qué fueron esos gritos?


Con los ojos inyectados de sangre, Fernanda me susurró al oído ¡Bianca! Esto sí que se puso bueno...


Quedé mudo y paralizado en mi esquina. Fernanda dejó el cuchillo y el desarmador en el suelo. Cuando salió del baño escuché una exclamación de sorpresa.


¿Quién eres?


La psicópata se transformó en la ternura encarnada.


Ay, perdón, me llamo Fernanda, mucho gusto, ¿Dónde está Miguel? Ahí en el baño, ¿En el baño? ¿contigo? Si, queríamos darte una sorpresa, ¿A mí? Sip... Miguel me comentó que ustedes dos siempre habían querido hacer un trío...


Dije para mis adentros ¿Y ella como chingados sabe eso? Mis adentros respondieron una vez más ¡Ah! ¿Ahora sí me hablas cabroncito? Tal vez si no dijeras lo del trío cada vez que te emborrachas, no lo sabría todo Mexicali.


Bianca entró al baño. Amor, ¿qué estás haciendo ahí?


Yo apenas podía recuperarme del estado de shock.


¿Es cierto lo que dice esta muchacha? ¡No! ¡Es mentira! ¡Es una trampa! ¡Llama a la policía!


La psicópata volvió en sí, e intentó alcanzar el cuchillo que yacía a mi lado. Pude patearlo antes a tiempo y con toda la fuerza que me proporcionan los Corn Flakes que desayuno todas las mañanas, pude darle un golpe en la cabeza con el puño cerrado que la llevó al suelo y dio tiempo a Bianca de correr al teléfono de mi sala.


Pude calmarme un poco, y prestando atención noté que había dejado inconsciente a Fernanda, mi compañera de la primaria. En efecto, nadie la pelaba en aquellos tiempos, el único amigo que le conocimos también era un exiliado y se le acusaba de joto. Haciendo memoria, debo reconocer que le hicimos pasar muy malos ratos. Quedó con el cuerpo inmóvil en el baño de mi casa, hasta que llegó la policía y una ambulancia.


Cuando se la llevaron, después de un pequeño interrogatorio policiaco, Bianca me preguntó ¿Y ella quién era? Respondí Una loca... ¿no te quieres tirar en el suelo?


De mis adentros surgió una voz que dijo ¿No te sientes mal por esa pobre muchacha? Pero olvidé contestarle, tenía que escribir un e-mail a todos mis contactos recomendándoles mi blog.


Atte.

BadBit





P.D. Me acaban de decir que La Oreja no se graba en el polo sur, retiro lo que dije acerca de que era el mejor programa de televisión de su país.


P.D. #2 Por cierto, mi blog es http://badbit.blogspot.com