La pisteada del sábado

El texto que presento a continuación forma parte de los mails pendetontos que envío a mis contactos para avisarles de algo. Aparentemente ya se han convertido en toda una tradición. En esta ocasión quería preguntar a mis excompañeros de secundaria si estarían disponibles el sábado que viene para una pisteada. Se trata de los mismos que me hicieron bolita. A mi me parece una pregunta muy tonta, ¿quién puede tener algo más importante que pistear? Pero bueno, para estar seguros lanzo la pregunta al aire.


Al leerlo de nuevo hay algo ahí que no parece mío, me deprime. Tal vez sea producto de que lo escribí como a las cuatro de la mañana. Sea lo que sea se siente extraño. De todas formas quiero presentarlo. Ai' me dejan un comment con sus opiniones.




Ayer estaba frustado porque no había chocomilk en la casa. ¿Cómo voy a soportar el nauseabundo sabor de la leche? me preguntaba con desesperación. Para quitar mi mente de estos asuntos tan estresantes me puse a contar las lozetas de mi casa mientras ponía mi colección de discos de Timbiriche. Mientras cantaba muy feliz Soy un desastre cuando tú te vas de casaaaa, en el armario ya no encuentro las corbataaas escuché un ruido que me hizo perder la cuenta cuando ya iba por la lozeta 56,478.


Jaime, le grité al mayordomo, ven inmediatamente. En efecto, después de dos horas llegó un señor con tuxedo y pose restirada. Llamaba el señor, me preguntó. Si, escuché un ruido cerca de las caballerizas, ve a investigar. Y a ver si le vas bajando de huevos, te tardaste mucho en llegar, parece que te crees el patrón, le dije. La verdad el ruido me tenía preocupado, ni menso arriesgo el pellejo con tanto secuestrador suelto.


Ya que se había ido recordé lo del chocomilk. Tomé un post-it y anoté Decirle a Jaime que compre chocolate en polvo y arregle mi cajón de calcetines (clasificarlos por tipo de tela). Pegué la nota en una columna de mármol. Después, saqué unas pelotas de tennis y comencé a jugar un juego que yo inventé. Es parecido a las canicas, pero con una serie de reglas bastante complicadas que involucran ecuaciones fractales. Además, se consideran todos los muebles de mi casa. A veces puede resultar complicado cuando hay remodelaciones, porque tengo que hacer ajustes a las reglas.


Total, mi colección de discos se había reproducido de principio a fin y estaba divirtiéndome de lo lindo. En eso regresa Jaime y me dice Señor, creo que hubo una pequeña confusión, no tiene usted caballeriza. Me quedé pensando unos veinte minutos, y me dí cuenta de que tenía razón, pero no hay nada peor para un mayordomo que decirle que se encuentra en lo correcto.


Preferí cambiar de tema Mañana quiero que te vayas tempranito al registro civil e investigues todos los trámites para cambiarte de nombre por otro que no suene tan pinche, parece sacado de telenovela de Thalía. Lo miré dudar. Te vas a poner mamón, le pregunté. No señor, pero creo que es un trámite muy caro, me respondió. No me importa el precio, repliqué, al cabo que saldrá de tu sueldo. Es lo menos que espero de él, después de que interrumpió mi partida de Tenicas (aunque a veces lo llamo Canitennis). Lo dejé que se fuera a seguir cortando el papel picado que utilizaremos en septiembre.

Guardé mis pelotas (las de tennis) y entré a mi estudio. Así le digo yo al cuarto en donde guardo todos mis juguetes. Presioné un botón y hablé por el intercomunicador Silvia Patricia, tengo nuevos mensajes, le pregunté. Si señor, habló Roberto Madrazo de nuevo, quiere disculparse por el elefante de marfil que robó de su sala la otra noche, alega que es cleptómano y no pudo evitarlo, Ese Madrazo nunca cambiará, ¿alguien más? Si señor, llamó también Hortensio el exjardinero, quiere saber si ya leyó usted El Código DaVinci, A esa llamada ni le respondas, ¿alguna otra? Si, se comunicó con usted el ingeniero Castañeda, quiere... Ya te dije que me tienes que decir señor siempre, otro error de estos te cuesta el empleo, Disculpe usted señor, Está bien, te lo perdonaré por esta ocasión, me decías, Señor, el ingeniero Castañeda llamó y quiere ver si se va a realizar la pisteada de este sábado, Pues yo también quiero saber, pero en donde, no te dijo, No señor, parece que el lugar no está definido todavía, pero hay varias opciones, Entonces para qué llamó, Señor, quiere ver si usted puede comunicarse con sus excompañeros de secundaria, para ver quienes están disponibles para esa fecha...

En eso escucho de nuevo el ruido aquel. Grité a todo pulmón Jaimeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. A los cinco minutos llegó. Llamaba el señor, Y todavía preguntas pendejo, no escuchaste el gritote, Qué sucede señor, Pues el mismo ruido, pero creo que esta vez vino del sótano, ve a investigar, Pero señor, usted me dijo que nunca bajara al sótano porque luego me mancho los guantes y la lavandería está muy cara, Que hagas lo que te digo, por cierto, se me había olvidado decirte que compres chocomilk, la otra vez me tomé un vaso de leche sin chocolate y casi me ahogo con mi propio vómito, Me haré cargo de eso señor, Bien, ahora al sótano. Se quedó parado un ratote viéndome con cara de extrañado, después de una media hora se quitó los guantes, los puso sobre mi escritorio (en realidad era una mesita de Playschool) y se retiró bien lento, como esperando a que cambiara de opinión.

Bien Silvia Patricia, en qué estábamos. Se hizo un silencio al otro lado del intercomunicador. Silvia Patricia, estás ahí, Si señor, pero, Pero qué, No soporto más esta situación, No me dijiste señor, estás despedida, Eso precisamente le iba a decir, que renuncio, No renuncias, estás despedida y nunca volverás a trabajar en esta ciudad, que digo en esta ciudad, en este país, comunícame con Vicente Fox de inmediato, Le acabo de decir que renuncio, Eso me vale madre, ponlo al teléfono. Y ya no escuché nada por el aparatito.

Furioso me dirigí a la oficina de Silvia Patricia. Bueno, su oficina en realidad era el hueco debajo de las escaleras con una caja de madera como mesita, un teléfono, el intercomunicador y un block de hojas amarillas con su respectivo crayón negro. Silviaaaaaaaaaaaaaaa. Nadie me contestó. Jaimeeeeeeeeeeeeeeeeeee, esperé dos horas pero nada.

Tomé el block de notas que estaba encima de la caja, y tras revisar su contenido me topé con el teléfono del ingeniero Miguel. Miré el teléfono, pero la verdad llevaba años si usar uno. Creo que una vez miré alguno en una caricatura de Bugs Bunny, pero ni puse atención a su funcionamiento. Jaimeeeeeeeeeeeeeeeeee, de nuevo sin respuesta.

Levanté el auricular, y me lo coloqué en el oído, no se escuchaba nada. Me habré quedado sordo, pensé, pero a los quince minutos me dí cuenta de que me lo había puesto al revés. Comencé a presionar los botones, pero olvidaba la secuencia de números a la mitad. Estuve intente e intente toda la noche hasta que pude hacerlo correctamente a las tres de la mañana. Lo malo es que nadie me contestó. El sueño me venció y dormí recargado en la caja de tomates.

Me dí cuenta de que había amanecido porque el tragaluz de cuarzo del techo comenzó a filtrar el sol. No tenía ningún reloj a la mano, nomás uno de arena que es una reliquia árabe del siglo XI y la verdad no sé como da la hora. Intenté marcar de nuevo, me tardé dos horas en dar con la combinación correcta.

Bueno, quién habla, Que onda Maikiki, habla el Miguelón, Quiubole, te dijeron que te llamé, Si, qué se te ofrecía, Quería ver si puedes enviar un correo electrónico a los de la secu para ver quién puede ir a la pisteada del sábado, Chin, ahorita va a estar difícil porque acabo de despedir a mi secretaria, Y eso, Pues ya vez, uno ya no puede confiar en nadie, Si, está canija la situación, Pero bueno, voy a ver si mi mayordomo puede ayudarme, Está bien, nomás quería decirte eso, nos vemos, Nos vemos, y a ver si en la semana vamos a jugar tennis, ya no te vayas a San Diego, Claro, nos vemos pronto y colgó.

El problema sería encontrar a Jaime, no se había parado en toda la mañana. Ni siquiera me despertó. Fui a su cuarto (en realidad era una hamaca en el patio) pero no estaba ahí. Tampoco estaba entre los matorrales, ni en la piscina, ni en la cancha de cricket. ¿Qué se estaba creyendo este wey? Ya no quería gritar su nombre porque la neta suena bien naco. De pronto recordé que a la última parte a donde lo envié fue al sótano, así que tendría que aventurar a esas profundidades. Noté también que las plantas ya estaban muy crecidas, pero Hortensio el jardinero había renunciado la semana pasada. El pobrecito está ahora pidiendo dinero debajo del puente de la Lázaro Cárdenas, le advertí que no volvería a trabajar.

Estuve como loco buscando la puerta del sótano, hasta que de pura casualidad dí con ella. Estaba muy obscuro y encendí el interruptor. Aún así faltaba muchísima luz, aparentemente se habían fundido la mayoría de los focos. Frente a mí se encontraba la escalera de madera que conducía hacia abajo. Cada escalón que pisaba emitía un rechinido.

Conforme descendía, un olor muy desagradable llegó a mi nariz. Tuve que rebajarme a gritar de nuevo Jaimeeeeeeeeee. Me respondió el silencio. Llegué al fondo y el olor se hizo tremendamente fuerte. Sólo avancé unos pasos hasta que miré algo que me horrorizó: Un río de sangre salía del cuerpo de Jaime, el cual estaba tirado en el suelo completamente desnudo. Tenía extendidas los brazos y piernas. Había un círculo pintado alrededor de su cadaver y tenía grabado un pentagrama en la frente. Cinco velas colocadas en círculo alumbraban el cuerpo. En la pared había una inscripción escrita con sangre que decía Tú eres el siguiente.

Después de pensar Cómo apesta este cabrón, me dije a mi mismo Y ahora cómo voy a escribir el mail a mis amigos para ver si pueden ir a la pisteada del sábado. Hasta la fecha no sé como voy a hacerle.

Atte.
BadBit




P.D. Aprovecho este pequeño espacio al final para pedir una disculpa pública. Mi amigocha Deyamota cumplió años el sábado pasado y de regalo le prometí un cuento nuevecito. Primero que nada, ¡Felicidades! Segundo que nada, esta promesa resultó ser una empresa titánica. El cuento sigue avanzando, aunque a paso de tortuga. Me siento como pasta de dientes que está próxima a acabarse y estoy exprimiéndome con todas mis fuerzas. Saludos de nuevo, y pido paciencia.

El hombre de tus sueños

-¿Bueno?

-¡Marta! ¿Estás dormida?

-Ya no.

-Perdón, es que me acabo de despertar y tuve un sueño loquísimo.

-No me digas.

-Tienes que escucharlo.

-Primero me gustaría saber quién habla.

-¿No te acuerdas de mí?

-Acabo de despertar, la verdad no reconocería ni a mi mamá.

-Soy Sofía, la novia de Pedro.

-Conozco a muchos Pedros.

-El que trabaja en el periódico.

-Mira Sofía, son casi las tres de la mañana y me tengo que despertar muy temprano. ¿Lo podemos dejar para otra ocasión?

-¡Es que es impresionante! ¡Tienes que escuchar esto!

-Bueno... Que sea breve por favor.

-Soñé que estaba en ese edificio gigante que está en Estados Unidos. Uno en dónde está una estatua grandísima de Lincoln sentado.

-Si.

-Iba subiendo las escaleras, pero cuando entré al edificio estaba adentro de la casa de una amiga. No la conoces, pero paso mucho tiempo en su casa, pareciera que vivo ahí. Entonces mi amiga me dijo "Te presento a mi suegra", y salió alguien de su cocina. ¡Pero eras tú!

-¿En serio?

-¡Si! Salí de la casa como asustada, porque yo sabía que sí eras la suegra de mi amiga, aunque sabía que tú no eras ella... O sea, te veía como eres, pero no eras tú. ¿Sabes cómo? Al salir, estaba como en un parque muy grande, con un camino de tierra muy largo, tapizado de hojas secas. Al fondo...

-Sofía, no quiero ser grosera, pero en verdad necesito dormir. Se me están cerrando los ojos, te agradecería que me lo contaras luego.

-Espérate, ya viene lo interesante.

-Sofía, por favor...

-Caminé durante un largo rato, y llegué al fondo del camino. ¡Ahí estaba tu casa! Había una mujer con los brazos alrededor de un hombre (que por cierto estaba muy bien) y la mujer decía: “¡Eres el amor de mi vida!”. Me acerqué un poco, ¡y la mujer eras tú!

-Qué sorpresa. Mañana me lo cuentas a detalle.

-Cuando nos pusimos a platicar, me dijiste que lo habías conocido ese día, que le impresionó la ropa que traías puesta porque había visto una foto de su mamá en donde salía vestida igual. El caso es que ya tenías planes para casarte. Nunca te había visto tan feliz.

-Si que me has impresionado con este sueño tan interesante, nos vemos.

-¿No piensas hacer nada al respecto?

-Si, voy a colgar.

-¡Marta! No cometas un error, ¿qué no te das cuenta? ¡Para eso te llamé!

-No entiendo.

-En mi sueño traías una falda blanca, y una blusa verde. Usabas sandalias.

-¿Y?

-Yo tengo una falda blanca, te la puedo prestar. Cuando fuimos a aquel bar que queda por el centro, ¿te acuerdas? Ahí te miré puesta una blusa verde. El problema son las sandalias... ¿Tienes?

-¿De qué estás hablando?

-¡Pues de lo que te acabo de contar! Mi abuela siempre decía que soñamos las cosas que van a pasar. No quieres perder al amor de tu vida nomás porque andabas mal vestida, ¿verdad?

-Déjame ver si capto. ¿Quieres que me ponga la ropa que soñaste porque mañana... perdón, hoy conoceré al amor de mi vida?

-Si.

-¿Estás loca?

-Escúchame Marta, la otra vez soñé que un compañero de trabajo iba a reencontrarse con alguien muy importante en un café. Lo llevé casi a rastras a un lugar muy parecido al de mi sueño, estuvimos un rato y ¿adivina qué?

-No se me ocurre que podría haber pasado.

-¡Se topó con su mejor amiga de la primaria! Se pusieron contentísimos por haberse reencontrado, y quedaron de verse en otra ocasión.

-Ese compañero de trabajo tuyo, ¿es el Ricardo?

-Si, ¿te contó?

-¡Claro! Esa vieja resultó ser una traumada, no se la podía quitar de encima. Lo seguía a todas partes, y quería estar a un lado de él hasta en los momentos más imprudentes. Un verdadero lastre.

-Bueno, eso no importa. Mi sueño resultó realidad.

-Sofía, en el supuesto caso de que conozca a una persona que me agrade, tú bien sabes que ya tengo novio.

-¿Eso qué? ¡Estoy hablando del amor de tu vida!

-Creo que ya he escuchado suficiente.

-¿O a poco me vas a decir que te vas a casar con el Jaime?

-Ese es problema mío.

-¡Ajá! ¿El Jaime es un problema? ¡Te traiciona el subconsciente!

-No existe tal cosa, querrás decir inconsciente.

-Pues eso, pero te traiciona.

-O sea, me despiertas a las tres de la mañana para decirme esto. No lo puedo creer...

-¡Tienes que ponerte esa ropa!

-¡Marta, ni siquiera uso faldas! ¿Cuándo me has visto con una? ¡Déjame dormir, por favor!

-Así me lo agradeces... Pues debes saber que a nadie nos gusta la pareja que haces con el Jaime, es cuestión de tiempo para que terminen.

-¿Y a ustedes qué chingados les importa? Consíganse sus propias vidas, por piedad. Déjenos en paz.

-¿Ves? Lo mismo me dijiste en el sueño, ya decía yo. Ni me caes tan bien, no te iba a contar nada de esto, pero la conciencia no me dejaba dormir.

-Disculpa la molestia. Ahora te suplico que te calles y me dejes dormir.

-¡Qué grosera! Está bien. Dulces sueños Martita.

-¡Adiós!

*  *  *


-¿Bueno? ¿Sofía?

-Si, ¿quién habla?

-Marta...

-¡Ah! Martita, ¡qué milagro! No sabía nada de ti desde ayer, ¿qué se te ofrecía?

-¿Todavía tienes la falda que mencionaste la otra noche?

-Si, claro. ¿Porqué Martita?

-¿Me la puedes prestar?

-¡Ay muchacha! Ya ni te molestes, él ya no va a regresar.

-¿Cómo sabes?

-No me lo vas a creer, pero lo soñé.


Atte.

BadBit



P.D. Quiero dar reconocimiento a mi amiga Ruth, ya que me ayudó a terminar esta historia y también se puso a discutir conmigo algunos puntos que me ayudaron a salir del atolladero. Por lo tanto, también se lo dedico ;) Dulces sueños Ruth :P