Adolescencia

Hace poco tiempo que conozco a los Beach Boys, pero ya estoy perdidamente enamorado de ellos. En menos de un mes ya había memorizado su extensa discografía. No me pareció difícil pues su música me parece fresca, emocionante y muy accesible. Desde mi punto de vista, capturan perfectamente una nostalgia por la juventud limpia y sencilla. Las letras de sus primeras canciones representan la voz del adolescente norteamericano disfrutando de ser joven. Conforme pasaron los años los cantos evolucionaron en lamentos clamando esa edad perdida.




Los personajes hacen carreras de autos, sueñan con ser mayores de edad para casarse con sus novias y vivir felices para siempre, tienen amores de verano, defienden a sus respectivas escuelas y beben seven-up. Pero sobre todo participan en concursos de surf en las playas de California.


Tal vez me llaman mucho la atención estos temas porque tengo una nostalgia parecida en mi propia vida. Mi ya mencionada inmadurez es la que me atrae hacia este tipo de música. Es muy probable que sea cosa mía, porque cada vez que menciono el nombre de esta banda y lo mucho que me gustan, la respuesta es siempre la misma: ¡Ash!



Es la verdad: A nadie le gustan, nomás a mí.


Hay otro grupo que me gusta y por lo cual soy criticado de manera considerable, su nombre es María Daniela y su sonido lasser. Esta banda habla también de la adolescencia, pero de una manera diametralmente opuesta. Para empezar, es el punto de vista de una mujer, y segundo, no hay nada de limpio y sencillo en el estilo de vida de sus personajes. Las mujeres de María Daniela son engañadas por sus novios, aunque también ellas los engañan seduciendo a cualquier hombre incauto. Son fresas engreídas, alcohólicas y drogadictas. Sus ambientes habituales son los antros y su pasatiempo la manipulación chantajista y abusiva de los que las rodean.




¿Me creerán que también siento nostalgia de eso? Creo que el elemento común en ambas propuestas musicales es la pasión, la arrogancia y la vida a la deriva. Es sumergimiento en un gozo que hace que el mundo se desdibuje, que no importe el mañana y el defender tu propia identidad aplastando a los demás.


Cuando digo que me agradan estas canciones la respuesta habitual es: Ya estás grandecito, además las letras están bien pendejas. Si, ya entendí. Prefiero que le expliquen eso a mi boleto, gracias al cual quedé en bancarrota:




Por cierto, conozco a la banda desde hace una semana.

Atte.

BadBit

Dos viñetas de Ensenada

Puedo decir sin duda alguna que el fin de semana que pasé en Ensenada cambió mi vida. Una afirmación de esta calaña puede sonar muy barata , realmente todos los hechos que nos acontecen logran cambiarnos de alguna manera. Les aseguro que en esta ocasión el cambio es sumamente palpable.

¿Fue la ciudad la que causó ese efecto? Lo dudo mucho, aunque contribuyó en gran parte. Los excelentes vinos de esta zona son aún más notables por el bajo precio al que pueden encontrarse, y más sorprendente ver que en los bares y antros locales pedir vino es de lo más común. En Mexicali hacer eso es el equivalente a pedir una madriza en las rocas con limón y sal.

Una de las grandes fuentes de ingreso económico de la ciudad es el turismo, por lo que la zona turística con sus comercios y hoteles está desarrollada considerablemente. Sin embargo, yo aborrezco estas áreas, y trato de evitarlas al grado de lo posible. Son metiras y falsedades. A veces me da mucha risa ver cómo personas que viajan y conocen la zona turística de cierto lugar creen tener un perfecto conocimiento acerca del lugar que visitaron. La verdadera ciudad se encuentra en donde vive la gente, en donde pasan su tiempo libre, en donde trabajan y los lugares que frecuentan diariamente. Los gringos creen que conocen México llendo al Papas & Beer (lugar que, por cierto, evité).

El primer día de mi estancia, decidí caminar mucho más allá de la calle primera (que es en donde están todas las tiendas vende-cochinero), y me aventuré hacia las zonas residenciales y colonias no-tan-nais a pie, y completamente solo. Dos cosas me parecieron memorables.

*   *   *

Pasé por una casa que llamó mi atención. No había nada de particular en la construcción, pero una cartulina pegada en la pared frontal, con letras desiguales, decía:

Se dan cla-
ses de pia-
no informe-
s aquí.
(teléfono)

Debajo del letrero se encontraba sentada una señora, digamos que de edad madura, con la cabeza gacha. La silla se miraba de un estilo muy setentero. A su lado, otra silla de iguales características sostenía a un señor de más edad, pero con la misma actitud. Parecían dormidos, y pasé de largo.

No había caminado mucho más, cuando me dí cuenta de que las posibilidades fotográficas eran muy grandes. Me detuve, y por unos momentos pensé en como capturar la imagen. Plantarme frente a ellos y presionar el obturador sería bastante maleducado. Ser tan atrevido ya me ha traído muchos problemas en mi vida de fotógrafo. Se me ocurrió un pequeño plan.

Regresé sobre mis pasos, y fingí interés en el letrero. La señora levantó la cabeza, y noté que tenía estrabismo.

-¿Es aquí lo de los cursos de piano?

De inmediato se levantó de su silla y se acercó hacia mí.

-Si, aquí es, yo soy la instructora.
-¿Puedo tomarle una foto al letrero? Es que no tengo papel ni lápiz.

Su rostro me dijo que no le agradó la idea. Adiós foto, pensé yo.

-Si no tienes papel yo te puedo prestar.
-Ehm... bueno.
-¿Y lápiz?
-Está bien.
-Pásale.

Me abrió la puerta de su casa y entré a su sala dejando al señor sentado afuera, nunca levantó la cabeza.

Me sorprendió muchísimo la facilidad con la que me dejó entrar a su hogar, yo siendo un perfecto desconocido. La casa estaba obscura, todas las luces estaban apagadas y las ventanas abiertas. La señora entró a uno de los cuartos y me dijo que me sentara en el comedor, el cual también tenía un estilo setentas.

El piano estaba a un lado de los sillones, era gris con una textura muy extraña. Había cerca de la sala un estante repleto de muñecos de peluche de diferentes tamaños, también figuras de Disney por doquier.

Al poco rato llegó la señora con una hoja de cuaderno y una pluma de Mickey Mouse que se iluminaba al escribir.

-Mira, el interesado me tiene que decir qué días puede venir. Es un día de teoría y dos de práctica. Ahorita ya tengo un alumno, que nomás viene un día porque trabaja, pero está muy emocionado.
-Qué bien.
-Así que tiene que venir el alumno, y ponernos de acuerdo. Yo cobro trescientos pesos al mes. Pero te aseguro que en cinco meses ya estás tocando...
-Órale.
-Ya nomás el primer día de clases te traes el cuaderno pautado y comenzamos.
-Pero es que las clases no serían para mí.
-¿Ah no? ¿Para quién entonces?
-Para alguien que me interesa que aprenda.
-¿Y quién es ese alguien que te interesa que aprenda?
-Una amiga.
-¿Y se puede saber cómo se llama tu amiga?

¡Qué señora tan metiche! Bueno, ¿quién soy yo para juzgarla de esa manera? Después de todo yo estaba dentro de su casa atento a todo detalle sin ningún negocio qué tratar. Tenía que responder a la pregunta de la señora, y pensé en una amiga con la cual me encontraría al rato.

-Lucy.
-Lucía... Bien, pues le dices a esta muchacha que venga y hablamos. Es que uno tiene que conseguir estas chambas, en Ensenada la situación está muy difícil.
-Si, es cierto.
-Bueno, mucho gusto.

Apreté su mano, y me retiré sin fotografía. Me rompe el corazón haberle dado esperanzas.

*   *   *

Mientras agarraba aire y me recuperaba del calor de la larga caminata, se me acercó un señor güero con una camiseta de Pink Floyd. Yo tengo una igual, y es negra. Aquella estaba ya gris, y el logo estaba casi invisible. Me preguntó en inglés que si sabía donde podría hacer una denuncia por robo. Le aclaré que no era del área y no sabía dónde quedaba nada.

Me contó que rentaba un departamento, y que un día se encontró vacío su departamento. Preguntó lo que había sucedido a su arrendador, y él le explicó que había guardado todas las cosas en un almacén. Enojado, el gringo fue a aquel almacen para recuperar sus pertenencias para encontrarse en menos de un parpadeo en la cárcel por entrar a propiedad privada sin autorización. Duró diez días enjaulado.

Yo no sabía qué decirle, y no había nadie a la vista. Entré a un pequeño parque cercano y había tres hombres haciendo reparaciones. Los llamé, y les expliqué el caso del señor. Uno de los hombres hablaba inglés. Platicaron un buen rato, y el gringo nos dijo que no tenía ni sus papeles. Que había pedido prestada esa camiseta de Pink Floyd para salir a la calle porque no tenía nada que ponerse.

No recuerdo ni cómo el tema se pasó al mundo de las drogas. Y hubo una buena conversación al respecto. Pero después de unos minutos volvimos a la realidad y el gringo dijo que iría a levantar la denuncia. El trabajador del parque le advirtió que había poco por hacer, el gringo respondió con un un gesto que nos hizo entender que ya lo sabía, pero que lo haría de todas formas.

Los gringos son muy optimistas.

*   *   *

El impacto más grande llegaría en la tarde, cuando conocí a la antes mencionada Lucy (cuyo nick es ilucy y su nombre Fernanda) en el malecón. Yo no sabía nada de ella, y ella tampoco de mí. Quedamos de vernos porque Bianca la conocía y me dijo que era super-chila. Se quedó corta.

Les contaré el resto de esta historia con algunas fotos en otra ocasión, esa muchacha merece un post aparte.

Atte.
BadBit