Ayúdate a ti mismo y el mundo te ayudará


Soy demasiado raro. Si ustedes saben algo de mi, aunque sea superficialmente, concordarán conmigo. Pero si me conocen a fondo, sabrán lo endemoniadamente laberíntica que es mi personalidad. No lo digo en el sentido positivo, ni tratando de hacerme el interesante. Soy un vil fenómeno de la naturaleza, una mutación extraña con los cromosomas despaturrados. Bueno, no sé si la genética tenga algo que ver, pero estoy casi seguro de que si observan mi ADN con un microscopio electrónico, habrá algo ahí que dará miedo.

Tampoco descarto la idea de ser totalmente convencional, de tener sangre rojita como todos y cromosomas en forma de X, no de W como sospecho. El problema es que uno siempre carga consigo mismo para todas partes. Desde que nace. Tonces está difícil distanciarse un poco para verse de lejitos. Para observarse en lo cotidiano, así a la sorda, mientras se soba uno la barbilla con una mano y entrecierra los ojos pensativamente.

Como siempre estamos enjaulados dentro de nosotros, no podemos darnos "un tiempo" para separarnos, pensar bien las cosas y decidir si queremos seguir juntos. Si tuviéramos esta habilidad, podríamos decirle "¡Al rato!" a eso que no nos gusta e iniciar desde cero. Estaría bien padre y el mundo sería mejor.

Pero no. Aquí seguimos batallándole. Sobre todo yo. A lo que voy es que me ha costado mucho trabajo conocerme. Poco a poquito he logrado algunos avances, pero me falta. No sé si algún día terminaré. Lo que sí sé es que soy bien pinche raro. ¿Cómo lo noto? Simplemente no sé integrarme al resto del universo. Como que el orden cósmico no me tuvo contemplado en su plan maestro y ando dando tumbos por todas partes como pelotita de pinball.

Mientras crecía veía cómo los demás se mezclaban en eso que llaman "sociedad" como peces en el agua. Yo no podía, sentía que me ahogaba. Con los años tuve que desarrollar algunas habilidades para salir a flote. Veía lo que otros hacían y trataba de hacer lo mismo. Hasta la fecha, si me integro a la sociedad es por que he aprendido a pretender muy bien, como un simio entrenado. Todavía me siento inadecuado y torpe, pero vieran cómo un chango vestido y entrenado se parece mucho a un humano. Bueno, no tanto, pero da el gatazo. O el changazo. ¿Han visto los changuitos de los organilleros? ¡Se miran bien humanos! Hasta estiran la manita para pedir monedas con su gorrito.

Pero cuando se me olvida pretender y sale el verdadero yo, ¡aguas! Rápido los demás se dan cuenta de que hay varios tornillos sueltos y que no hay remedio. Como dicen los ajustadores de seguros: Pérdida total. Y hacen lo que cualquier persona sensata haría: Sacarme la vuelta. Si yo fuera sensato también me sacaría la vuelta, no los culpo.

Tuve que resignarme a vivir conmigo pa' siempre. Fue un golpe muy duro. Además, aprender a conocerme. Hay un supuesto tercer paso para ser feliz que es el aceptarme como soy. Esto es taaaaan difícil. En serio, a veces me dan ganas de brincar fuera de mí y gritarme: "¿Estás loco o qué?". A lo que me respondería "Totalmente, ¿y tú?". Y ya rascándome la cabeza añadiría: "Cierto, es obvio. No sé ni por qué te hice la pregunta".

Y volvería dentro para continuar mi retorcido camino llamado vida. Estar como pelota de pinball estuvo padre durante algún tiempo. Iba acumulando puntos, había muchas lucecitas parpadeantes y nunca sabía en que agujero iba a caer. Pero después de un rato te mareas y te da hasta vértigo.

En resumidas cuentas, soy un simio entrenado, que se encuentra enroscado como pelotita de pinball y ha dado muchas vueltas por el tablero. Hasta ahí es donde tengo avanzado en la tarea de conocerme a mi mismo. Si me tienen algunos otros tips o descripciones sobre cómo soy, pues ahí me avisan. Por lo pronto arrastraré mis humanidades lejos de la computadora, ¡y vieran que pesan mucho! Una ayudadita, ¿no?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=EUWIU9ugeFA